Los conflictos familiares se pueden abordar judicialmente, terapéuticamente o a través de la mediación. En la vía judicial el conflicto lo “resuelve” el juez aplicando la ley y en la mayoría de los casos esto supone que uno gana y otro pierde, entonces la confrontación tiende a perpetuarse.

Por otro lado, la terapia busca mejorar las relaciones familiares y modificarlas para prevenir los conflictos, mientras que la mediación familiar trata de facilitar que las partes alcancen acuerdos suficientemente satisfactorios para todos y así evitar que aumente el deterioro de la relación.

Son objeto de intervención en mediación familiar aquellas situaciones en las que habiendo dos partes en conflicto (pareja, padre/madre-hijo, hermanos) se plantean conjuntamente como objetivo primero llegar a un acuerdo que satisfaga lo más posible a ambas partes.

En mediación familiar trabajamos con parejas que desean poner fin a su relación, acuerdos entre progenitores e hijos por la convivencia, cuidado de mayores, herencias, etc.